viernes, 8 de agosto de 2008

9 de Agosto de 2008,

Día internacional de Pueblos Indígenas, un día más de reflexión sobre la vida de más 300 millones de personas que viven en el mundo y, que algunos lo miran de reojo por los reclamos que mantienen sobre sus tierras ancestrales y reconocimiento de sus derechos colectivos. Son pueblos que día a día van ganando terreno en sus demandas y ofrecen nuevas perspectivas para los males que aquejan al planeta y que países industrializados por sí solos no tienen respuestas para la convivencia pacífica, ni para el futuro de la humanidad.

Este día, lo dedico a la memoria de los que se nos han adelantado, hacía el más allá, que sin su sacrificio y valentía no celebraríamos el día internacional ni ningún otro día sin quitar las cadenas de alineación o esclavitud. Sus aportes son los senderos que debemos seguir, como bien dijera la Declaración de Kari-Oka de 1992: " Nosotros, los pueblos indígenas, caminamos en dirección al futuro sobre las huellas de nuestros antepasados".

De esta manera, los países que conforman la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nunca hubieran adoptado norma alguna a favor de nuestros pueblos si en más de cien años líderes y héroes indígenas no hubiesen caminado y gritado por los interminables pasillos de organismos internacionales, ubicadas en distintas partes del mundo, muchas veces pasando hambre o sufriendo la discriminación racial en carne propia. La diplomacia indígena también es una herramienta de lucha que ha hecho cambiar legislaciones y se debe valorar en su justa dimensión.

Por otro lado, algunos de nuestros sabios se mantuvieron callados en sus lugares de origen, en armonía con la Madre Naturaleza, en plena meditación, oraciones que fueron disipando negros nubarrones para que el sol fuera abriendo paso a nuestras demandas, logros que todavía están por cosechar, para ellos elevamos también nuestras oraciones.

Rememorando el pasado, podemos decir que fue un 9 de agosto de 1982, cuando por primera vez comenzaron los debates en la ONU de Ginebra sobre asuntos indígenas, cuando se crea el Grupo de Trabajo y, desde entonces, cada verano europeo, finales de julio o en agosto, las calles de esa ciudad acogía a miles de delegados indígenas, que iban a hacer denuncias o apoyar las demandas universales. En una camaradería única se podía ver a un jefe Yanomami junto a un (a) Inuit, al igual que un (a) Ainu compartir con los Sioux, o mirar a un Kuna hablar con un (a) Masai, todos con un mismo propósito, enaltecer los derechos de los pueblos indígenas y hacerlos respetar en cualquier parte de la Tierra.

No todo fue en vano, ni paseos únicamente. Desde entonces, el mundo ha cambiado y las organizaciones indígenas también, las políticas internas de los países han cambiando, no todo como lo queramos, por lo menos ya no solo somos problemas, sino que la cuestión indígena en muchas partes es la solución de muchos esos problemas. Parte de esas conquistas lo es la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que tendrá su primer aniversario el próximo mes de septiembre.

Hoy es un día para hacer alto y tomar aire para continuar con nuestras luchas y aspiraciones, algunos levantaran una copa y otros llevarán flores a la tumba de sus ancestros, otros no tendrán como celebrarlo ni sabrán que es su día, pero por los que nacerán ese día y días posteriores, no podemos apagar el fuego de guerrero (a) que todo indígena llevamos por dentro.

Por mi parte, elevaré una plegaría a la memoria de mis inolvidables maestras y maestros como, Ingrid Washinawatok, Ingmar Egede, Anatolio Quirá y muchos otros y otras, en especial a mis padres Ofelina Martínez, Ernesto López y mi tío Inakeliginya (Carlos López), de quienes he aprendido un poco y me han enseñado que no somos dueños de nuestros destinos cuando nos entregamos a la causa indígena.


Ernesto López, Ofelina Martinez y Carlos López

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