miércoles, 13 de agosto de 2008

CONFLICTOS ETNICOS, CULTURALES E INDÍGENAS

Nota: He sido invitado por el Centro del Conocimiento para la Resolución de Conflictos en las Américas y el caribe (CERCA) como expositor en la conferecia denominado La Iniciativa de Panamá, donde expuse el tema: CONFLICTOS ETNICOS, CULTURALES E INDÍGENAS. También apoyaron el evento, el Organo judicial, La Universidad ed Panamá, La Autoridad del Canal de panamá, La Autoridad Marítima de Panamá, El Instituto Nacional de formación Profesional y capacitación para el Desarrollo Humano, La Fundación Ciudad del Saber y el Centro de Internacional para el Desarrollo Sostenible. 13 de agosto, 2008, Ciudad de Panamá.

Adjunto sintésis de mi intervención. Saludos,
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Cuando se habla de conflictos étnicos y pueblos indígenas, todavía hay confusiones que consideramos necesario aclarar. Visto desde una sola óptica, la no indígena, se califica las reclamaciones indígenas como conflicto étnico, problema cultural y demás denominaciones que en vez de buscar soluciones alejan esas probabilidades que tanto esperan nuestras comunidades.

Para el anterior Relator Especial de la ONU sobre la Situación de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, Rodolfo Stavenhagen, un conflicto étnico se puede definir, “como la confrontación social y política prolongada entre contendientes que se definen así mismos y a los demás en términos étnicos; es decir, cuando algunos criterios como la nacionalidad, la religión, la raza, el idioma y otras formas de identidad cultural se utilizan para distinguir a los contrincantes”. Muchas veces esos conflictos son promovidos por grupos de elites o de parte de un gobierno que niega la existencia de un grupo humano diferente a los que ostentan el poder político o para apoderarse de los recursos y territorios de lo que ellos mismos califican como minorías étnicas.

Podemos citar la percepción que se mantiene muchas veces al catalogar las demandas indígenas sobre sus territorios y uso de los recursos naturales como oposición ante el “progreso” y “desarrollo”, sin tomar en cuenta que a veces ese mismo desarrollo es la que atenta contra los derechos humanos de nuestras comunidades. Desarrollo que al momento de llegar como inversiones en esas áreas muy poco toman en cuenta el consentimiento libre, previo e informado de los indígenas, como bien lo establece la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los pueblos Indígenas aprobado en la Asamblea General de 2007.

Es común, escuchar como muchos analistas sobre problemas internacionales mantienen que de todas las guerras que hay, la mayoría se debe a conflictos étnicos donde los Estados Nacionales no tienen solución a la vista debido a la miopía de sus gobernantes que ven en las "minorías étnicas" como simples ciudadanos de segunda o tercera clase. El problema se agrava cuando se les coarta el ejercicio de sus derechos, costumbres y tradiciones. Esa clase de discriminación se da en países altamente industrializados como en los nuestros. En el caso indígena, en ambos lados, estamos hablando de violación de los derechos humanos de unos 400 millones de personas considerados en el mundo como indígenas.

Para todos es conocido que los pueblos indígenas son iguales a demás pueblos, pero a la vez no se puede negar que cada pueblo, tiene como lo reconoce las Naciones Unidas, su particularidad, es decir, el derecho a ser diferentes y a ser respetados como son, lo que muchos catalogan como la rica diversidad cultural existente en el mundo y que ahora podemos mantenerlo junto a la rica diversidad biológica, catalogados en su mayoría como patrimonio y orgullo de una nación y por ende de la misma humanidad.

En ese sentido, los pueblos indígenas tienen derecho a la autodeterminación, porque tienen los mismos derechos que otros pueblos, derecho a fortalecer sus culturas y promover el desarrollo desde su propia cosmovisión, sin negar el desarrollo venido de occidente, todo en aras de mejorar las condiciones de vida de nuestra gente.

Que las legislaciones nacionales respeten el Derecho Indígena, que se considere su espacio geográfico, social y económico. En una palabra, autonomía para cuidar la Madre Tierra, porque el hombre y demás seres existentes en ella son hijos de la misma naturaleza, sino, de otra manera no habrá armonía y atentaríamos contra nuestra propia existencia en el planeta.

La lucha de los pueblos indígenas, no se puede ubicar solamente en el grupo de asuntos catalogados como conflictos étnicos, guerra de civilizaciones o como choque entre culturas. En nuestro medio, las demandas indígenas no se han convertido aún en campos de batallas, como ya están ocurriendo en otros lugares y que los cables noticiosos llaman como nuevos focos bélicos, es decir lo que acontece en la antigua Unión Soviética, África, Medio Oriente, Los Balcanes hasta hace poco, para citar algunos. Bien lo dijo a finales del siglo pasado Samuel Huntington: "La fuente fundamental de conflictos en este nuevo mundo no será primordialmente ideológica ni primordialmente económica. Las grandes divisiones de la humanidad y la fuente predominante de conflictos serán culturales".

Así será porqué cada cultura va buscando su alianza frente a las alianzas tradicionales y en esa búsqueda de "identidad" están las reivindicaciones del espacio perdido que a veces se convierte en odios raciales, convirtiéndose inclusive en una guerra étnica. Muchas de esas culturas o pueblos ya no quieren seguir siendo meros espectadores de la historia, siendo esta vivida, documentada y escrita en su propio patio.

Por otro lado, las alianzas económicas no van ser decisivas en la búsqueda de la paz para el mundo, porque además del hambre material, la humanidad tiene hambre de identidad, quiere tener una historia que le remonte hasta lo más recóndito de la historia y le diga de que cultura provienen sus antepasados, independientemente que tengamos un origen común. Entonces llegamos a la conclusión de que no todos somos iguales, que nos atenemos a una historia diferente que el otro y por eso exigimos respeto ante los demás. No podemos olvidar la frase de Benito Juárez, cuando decía que, “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, que en este caso agregaríamos que sólo el respeto entre culturas va a garantizar el siglo XXI distinto y prospero para las futuras generaciones.

Tampoco podemos negar que algunas de las confrontaciones que se dan en nuestro continente o región tienen lugar en territorios indígenas. Pero muy pocas veces se trata de involucrar a los representantes indígenas en las negociaciones de paz o en la delimitación de fronteras. Esas últimas siguen dividiendo familias indígenas con daños morales y materiales irreparables. Por ello, no queremos ser catalogados únicamente como problemas, queremos ser participes en la búsqueda de soluciones ya sea a nivel regional o mundial, colaborar con nuestro conocimiento tradicional y milenario en la implementación de un nuevo orden internacional, basado en el respeto entre culturas y, no sólo la globalización que margina aún más a los pobres.

Finalmente, quiero tratar de manera breve el caso de Panamá. En mi concepto no existe conflicto étnico como tal en nuestro país, pero tampoco podemos negar que existe poca atención a las demandas indígenas, sin negar que tengamos leyes y normas que reconocen los derechos indígenas más que otros países de la región. Ha hecho falta hasta ahora la voluntad política de los gobiernos en atender y solucionar los problemas que hay en nuestras regiones, en atender demandas que tienen más de 30 años de existencia y buscar el dialogo ameno y franco con las autoridades indígenas para atender y resolver sus problemas.

Como bien sabemos, la mayoría de los reclamos indígenas se concentran en demandas sobre sus territorios y los recursos naturales existentes en ella. Además, gracias a la conservación y celosa protección de esos recursos por parte de nuestras comunidades contamos todavía con grandes extensiones de bosques y ríos, por lo tanto, no veamos las demandas indígenas como problemas difíciles de atender, ni se hagan comisiones gubernamentales cuando solo hay problemas que se escapan de las manos de los mismos gobernantes.

Creo que entre todos, gobierno, autoridades tradicionales y demás actores indígenas y no indígenas debemos hacer una agenda de trabajo para una búsqueda real de soluciones a nuestros pueblos, que también tienen derecho a vivir en paz y en armonía. En ese sentido, repito, no estamos en contra del desarrollo, simplemente que el desarrollo no puede pasar como una máquina aplanadora sobre nuestras cabezas y comunidades.

La solución a esos “problemas”, como se estila en nuestro medio, no es tarea únicamente de una sola institución gubernamental, debe ser política de estado, el involucramiento de todos los ministerios e instituciones para poder dar solución a las demandas indígenas, antes de que se conviertan en un verdadero conflicto.

Muchas gracias,
Panamá 13 de Agosto de 2008

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