A pocos días de las elecciones en
nuestro país, hay un grupo de panameños que viven al margen de las
concentraciones políticas y al margen de las promesas electoreras, como sus
opiniones no cuentan para las encuestas que tiene en vilo la otra opinión
pública, sus preocupaciones y aspiraciones siguen siendo voces de protestas y
llamados de resistencia porque cada vez que un candidato presidenciable habla
del desarrollo termina señalando con su dedo acusador a los pueblos indígenas
como los culpables de la falta de energía eléctrica en el istmo por no aceptar
de manera incondicional la construcción de represas o la explotación de
recursos no renovables que en realidad es negocio millonario para pocos,
miseria y hambre para otros miles.
Sin embargo todas las propagandas
traen impresos o se emiten a segundos en las televisoras a los candidatos
besando niños y abrazando mujeres indígenas, como si fueran amuletos que le
vayan a salvar el derroche de millones que jamás nunca llegarán a las comarcas
una vez terminados los comicios electoreros, es por ello que en el frenesí de
dadivas e inauguraciones poco importa que las obras “imperdonables” no se hayan
completado en los territorios indígenas, muchas de esas “obras” quedarán en
ruinas a medio construir que un día alguien recordara tiempos de bonanzas que
una vez hubo en Panamá y nunca se hizo realidad para los pobres.
A pesar de que hubo por vez
primera en toda la historia electoral latinoamericana el Primer Foro Indígena
con los candidatos indígenas a presidentes, con un compromiso político firmado
por el 99% de los participantes y con la ausencia del candidato oficialista, si
se fijara detenidamente en ese compromiso, habrán dado cuenta que son
aspiraciones políticas muy exigentes que bien pueden convertirse si no se
cumplen en obstáculos de sus gobiernos.
Mientras tanto a pocas horas de
emitir sufragios, el “problema” Barro Blanco que recorre como viento de guerra
desde el alto Tabasará por todo el país, no son más que vientos de resistencia
que hace siglos mantiene viva las culturas indígenas y que fácilmente puede
convertirse en bandera de lucha de todo el pueblo panameño que ve de manera
pasiva como sus recursos van quedando en manos extranjeras a cambio de unos
pocos millonarios que han empeñado y vendido hasta la dignidad que nos ha
costado sacrificio y sangre.
Las aspiraciones indígenas siguen
siendo las mismas desde que se creó la república, el reconocimiento legal de
los territorios indígenas aún pendientes, el desarrollo real y efectiva de los
programas económicos referentes a la producción y comercialización,
implementación de mejores políticas de salud y educación bilingüe intercultural,
reconocimiento de las culturas indígenas no de manera folclórica únicamente, sino
que se tome en cuenta la efectiva participación de esos pueblos en el
desarrollo del país, porque de otra manera la supuesta democracia seguirá
teniendo siempre un supuesto enemigo en las demandas indígenas, porque si no
aquellos seguirán siempre en tiempos de resistencia.
1 comentario:
Excelente reflexión
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