domingo, 22 de febrero de 2015

AMORES EN ARINII (CAPITULO 2)

Para mayor entendimiento de los no Gunas, agregamos un glosario de palabras gunas.

Glosario
(Guna – Español)

Abyayala: Tierra de sangre, continente americano (América)

Argar: Persona que interpreta el lenguaje simbólico del canto del sagla

Arinii: Mes de iguanas, febrero

Baba: Padre, papá

Babdummad: Ser supremo, hacedor del universo

Bab bi uisi: Sólo sabe el ser supremo

Biseb: Hierbabuena

Dule Nega: Sinónimo de Gunayala

Ibeorgun: Personaje central de la historia guna

Inaduledi: Persona conocedora de plantas medicinales, la que cura

Inna Nega: Casa de ceremonias; casa de chicha

Mola: Blusa tradicional de la mujer guna

Onmaggednega: Casa del congreso, templo guna

Sagla: Guia religioso de una comunidad, autoridad comunal

Sabured: Enagua, frazada de mujeres gunas

Sele Ina: Fiesta con chicha de caña fermentada en honor a los guerreros.

Suwaribed: Custodio y guardían de la comunidad

Waga: Extranjero, ladino, no guna

Wini: Abalorio, collar, chaquira

Usuyae: Danza del ñeque

Nota: Las traducciones son tomadas del Gayamar Sabga (Diccionario escolar / gunagaya-español) – sin fecha de edición. Congreso General Guna – Fondo Mixto Hispano – Panameño de Cooperación – Ministerio de Educación.


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Capitulo II. La Travesía

Raudo y veloz se desplaza el bote, la vela de lejos parecía una gaviota gigante, los vientos alisios del arinii soplaban en su esplendor, los destellos del sol parecían espejos en el mar, no hacía calor como debería, al mando del cayuco iba Diobili, el mayor de todos, en el medio Olo y en la proa sosteniendo la vela estaba Igua, rompió el silencio el capitán y recordó a los dos jóvenes la misión que les esperaba, iban semidesnudos, simples pescadores para no levantar sospechas, en medio del bote, camuflados con una red de pesca y hojas de plátanos estaban escondidos los fusiles, ropa roja, pinturas de achiote y machetes.

Pasado el mediodía, se acercaron a una pequeña isla, rodeada de corales, con una playa espectacular de fondo, estuvieron pescando para pasar el tiempo y esperar el anochecer y unir a otros botes y guerreros que también se acercaban al pueblo por distintas rutas, tomaron pequeñas raciones de comida que con amor esposa y madres habían preparado, traían carne de venado, iguana, langosta, plátano verde y maduro asados, arroz rojo silvestre, frutas, en otros recipientes estaban la chicha de maíz y agua, como había muchos pescados en el sitio, solo unos pocos pescaron y para no tener que desperdiciarlos dejaban caer anzuelos amarrados a hilos de nylon sin carnadas y acordarse de algunos cantos tradicionales para entretenerse y cargar energías.

La tranquilidad del día fue interrumpida cuando divisaron a lo lejos una embarcación movida por un motor que emitía humo y ruido, se aproximaba donde ellos, venían unos wagas vestidos de policías, eran seis y tenían caras de malos, -suerte que tenemos cierta cantidad de pescados-, pensó el anciano, el bote motorizado se paró cerca y uno de los policías coloniales gritó, ¿qué tal la pesca? uno de ellos le contestó, -bien, no tenemos mucho, apenas empezamos-, luego vino el interrogatorio, -¿de dónde son ustedes? ¿qué hacen lejos de su comunidad?-, uno de los policías miraba de reojos el centro del bote. Sosteniendo un gran pargo rojo, Diobili dijo que andaban por este sector porque en las tardes abundan los pescados y en una semana tenían fiesta en su pueblo y por eso tenían que dormir en distintas islas hasta completar la cantidad requerida, -espero que les vaya bien-, le dijo el jefe de los policías, -pero no estén celebrando fiestas paganas y salvajes, porque si llegamos a enterar de eso destruiremos las tinajas y la casa de embrujos, mientras tanto nos llevamos toda la pesca y no vamos a requisar más porque estamos apurados, también tenemos fiesta hoy, es martes de carnaval-, el motor rugió con más fuerza para alejarse de los urrigan.

Con un nudo en la garganta, Igua sentía desmayarse, soltó un vomito al agua, -ladrones- gritó Olo, -son tan idiotas que ni revisaron nuestro bote-, dijo el mayor, -si supieran que esta noche les vamos a caer encima-. Tirado en la proa, con el sol abrazador de la tarde, el guerrillero enamorado se acordó de las caricias de anoche y vio surgir entre nubes el rostro de su amada ataviada de una mola de gala, hasta olió su cuerpo perfumado de albahaca, de repente caía una llovizna y se limpió la vista y nariz con sus manos, era agua de verano, para refrescar el alma, -movamos de sitio y vayamos acercando a nuestro destino por un lado que no sea ruta de tráfico-, dijo el capitán, -además no más velas, a remos, para que no se pueda divisar de lejos nuestro cayuco, hacía el norte donde sopla el viento.-

A medida que avanzaba el bote aparecían peces voladores que iban abriendo senderos marinos, después de saltar buen trecho encima de las olas volvían a desaparecer en el océano, más adelante una pareja de delfines se alineaba cerca de ellos, -los de adelante son Nisgua y yo-, gritó Igua sin contener más el secreto, se rió su amigo Olo y le dijo que eso suena muy bien porque los delfines anuncian y traen bebes, el mayor se unió a las carcajadas y por minutos se olvidaron de la misión.

Entrada la tarde llegaron a la isla llamada Mirya y escondieron el cayuco entre manglares, rápidamente bajaron las raciones, armas y demás cosas para llevarlos isla adentro, a una choza abandonada, primero tenían que calentar la cena. Antes que llegaran, un desconocido les había traído olla, leña y fósforo, y debajo de una señal marcada al lado del poste principal estaba una hoja con el dibujo de la ubicación del cuartel de los policías coloniales y de la casa donde se celebraría el baile del carnaval. Luego de la cena comenzaron a acordarse de las indicaciones de los jefes y organizar el asalto final, en silencio comenzaron a poner la camisa roja y se ayudaban a pintar la cara con achiote al rojo vivo y amarrar el cabello también con mantas rojas, el viento arreciaba y el sol estaba a punto de desaparecer, entre graznidos los pelícanos alzaban vuelo para ir a dormir a otra isla, -que anochecer más extraño, pensaron los tres al unísono-.

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Próximo Capitulo (3): EL CANTO SAGRADO 

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