miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Quién genera la violencia?

OPINIÓN
Confrontación
ATENCIO LÓPEZ
opinion@prensa.com

Desde el comienzo de las manifestaciones de los ngäbes y buglés ya se sabía que el Gobierno nacional iba a llevar esas protestas a un confrontamiento, esa ha sido la política de Ricardo Martinelli y de sus ministros que cuando hablan de indígenas, primero insultan para después reír y dictar órdenes como si aquellos fueran sus peones.

La represión habida contra nuestros hermanos ngäbes no fue más que un mensaje para todos los panameños, el que protesta recibirá palo y bala para después llamarlo al diálogo, ese “gobernar es decidir” de Raúl Mulino rememora la política de Hitler, aupando a las hordas que comenzaron a provocar lo que llevó al mundo a la Segunda Guerra Mundial, primero eliminaron a todos sus adversarios y luego a partidos políticos, creando un ejército de fanáticos y asesinos.

No hay excusas, nunca se arrepintieron ni aprendieron nada de lo ocurrido en julio de 2010, cuando se ensañaron contra ese mismo pueblo ngäbe, con secuelas todavía vivas y dolorosas en la provincia de Bocas del Toro.

Señores del Gobierno, si escuchar y dialogar es de personas “civilizadas”, ¿por qué nunca se hace caso a las demandas indígenas? ¿Por qué la superioridad los invade y les avergüenza sentarse con nuestros pueblos? Esta vez nadie se llamó a engaño, todas las encuestas (termómetro de la política y políticos) en el ámbito nacional e internacional le han dado la espalda al Gobierno, el mundo sabe que primó la prepotencia y la egolatría de los que hoy gobiernan en Panamá.

Al comienzo de toda gestión gubernamental solicitan a nuestros caciques que expongan sus demandas y que esta vez sí se les cumplirían; demandas que son conocidas como la toma en cuenta del consentimiento libre, previo e informado, de las comunidades indígenas a la hora de construir megaproyectos en sus territorios o la ratificación por Panamá del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, entre otras solicitudes, pero pasan cinco años y nunca se concretan.

Se nota a leguas que el Gobierno carece de una política indígena, todos quieren ser “indiólogos”, pero no dejan que ni sus propios partidarios, originarios de esas comunidades, estén en posición de tomar decisiones y actúen ante sus autoridades tradicionales, así como se ha escondido el mandatario de la Nación. No está en su agenda recibir en “tiempos de paz” a los líderes indígenas ni levantar una agenda de trabajo de manera conjunta.

Esperamos que después de esto, cuando haya un verdadero diálogo de altura y respeto, los compromisos no queden en meras palabras ni en un montón de papeles, que luego se engaveten una vez más. Recuerden que el año electoral de 2014 está a la vuelta de la esquina. Aquí no se prima el derecho de una minoría, sino del pueblo, de la mayoría que tiene miedo a la amenazas que provienen de quienes han llegado al poder, con los votos que ellos les dieron.

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