Una vez el cacique de Kuna Yala, Gilberto Arias, manifestó en un simposio sobre conservación del medio ambiente y desarrollo, ante gobiernos y ONG, tanto locales e internacionales, lo siguiente: “Tu desarrollo me margina y me empobrece más...”.
Lo dijo de manera consciente, después de haber escuchado más de una decena de discursos en los que los problemas del mundo se solucionaban con simples programas gubernamentales de países en desarrollo copiados de los industrializados, en estos últimos no se cumplían ni se adoptan políticas de mitigación que científicos y políticos tratan de adoptar en los foros internacionales, sea de cambio climático, biodiversidad o de desarrollo, aun sabiendo que el planeta está a punto a de colapsar gracias a ese desarrollo desenfrenado.
“Tu desarrollo me empobrece”, porque discrimina no solo en color y cultura, sino en la adquisición monetaria, ya que al momento de hablar de energías alternativas y de mega proyectos, el privilegio lo tienen quienes pueden pagar tales obras, mientras tanto los que preservan y conviven en armonía con la madre naturaleza, fuente de toda energía, son marginados al momento de tomar decisiones que vayan a afectar sus vidas por el resto de su existencia.
Los “pobres” campesinos e indígenas se convierten en enemigos del sistema, porel solo hecho de anteponer sus derechos ante los atropellos y violación de los derechos humanos.
Entonces, ¿Para quién el progreso demanda más energía? ¿Quiénes reciben las multimillonarias ganancias al retar a Dios para ser dueños de esos recursos? ¿Se acabarán la miseria y la pobreza atentando contra los recursos naturales, sea renovables o no renovables?
¿A dónde van a parar o esconderse los gobernantes que se hacen millonarios con las supuestas comisiones que adquieren de los dueños del mundo? ¿Pisarán otra vez, cuando sean simples historias funestas, los territorios donde se seguirá contando la pobreza en cifras rojas?
Son preguntas fáciles de contestar, porque son promesas siempre escuchadas en cada período electoral y hasta los niños lo recitan como cantos de cuna. Entonces, no es la “ignorancia” indígena o del pobre campesino que se opone a todo desarrollo, es la vil mentira mil veces contada que se ha hecho en la verdad jamás adoptada por los que sufren a diario las políticas entreguistas y miran con desdén su condición de ser ciudadanos de segunda y tercera clase.
Qué tan cerca están los verdaderos conceptos de la democracia de hace centenares de años, cuando se creó en la antigua Grecia, siendo privilegio de los patricios, hoy oligarcas y millonarios, mientras que los plebeyos eran meros observadores que sufrían los embates de la misma, aquello pareciera no haberse cambiado en el tiempo y el espacio, sino que lo digan la mayoría de los que engrosan las cifras de la pobreza y la marginación.
Y qué tan lejos queda el cumplimiento de los objetivos del desarrollo del milenio que, en algún momento, lo soñaron desde la Organización de las Naciones Unidas.
(Publicado en La Prensa, Panamá 17 de abril de 2011)
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