martes, 13 de julio de 2010

¿Esto es democracia?

La historia está escrita de manera muy clara, la democracia en sus ciernes no fue concebida para el pueblo (plebeyos), sino para los patricios (oligarcas en nuestros días), por lo que de la forma como se trajo a este continente de Abya Yala (continente ensangrentado) se degenero más aún, lo adoran tanto los ideólogos de la derecha como de la izquierda, militares y civiles, descendientes todos de europeos, porque acá existía otro sistema, que aquellos jamás lo respetaron ni le interesaron.

Por eso, lo que está aconteciendo en Panamá, no pasa nada si los muertos y heridos lo ponen los “indios borrachos y analfabetos”, porque no están disparando contra los ojos y caras de los que en su momento reunían a todos los organismos de derechos humanos, llamándose “cruzada civilizada”, que con el olor del gas antimotín abrían la boca para que el mundo lo escuchara. (Qué tal si en esta época hubiera cien heridos en vía España con perdigones en los ojos?)

Aquellos que se envalentonan y se emborrachan con el poder, mal terminan, porque su sueño de opio tiene que acabarse en algún momento.

Si la mayoría de los panameños saben de qué manera se está dirigiendo el país y como se están haciendo las leyes, alguien en su momento tenía que decirle al emperador que anda desnudo por las calles de Panamá aunque los de su rededor no lo quieran reconocer, y ese pueblo valiente surgió de Bocas del Toro, Ngäbe-Buglé, quienes pusieron pecho, cara y ojos ante las ordenes de autoridades que lo mandaron a liquidar, y mal pueden decir que el pueblo iba a masacrar, al contrario hasta los niños, futuros de éste país saben (y la historia lo reconocerá de esa manera) de donde vino la orden de masacrar.

Si en 500 años no pudieron acabar con los pueblos indígenas, vayan acostumbrándose a co-gobernar de otra manera, los de abajo escribirán su propia historia.

No se puede alardear por el mundo la masacre o el holocausto de la segunda guerra mundial, mientras se utilizan tácticas sionistas para el genocidio de un pueblo que nunca se ha arrodillado en más de 500 años.

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