martes, 8 de diciembre de 2009

COPENHAGUE: CAMBIO CLIMATICO Y SUS DEMONIOS

Al fin los políticos y gobernantes se han dado cuenta que el mundo no es sólo dicotomía, que en algún momento debe haber consenso para que la humanidad pueda sobrevivir algunos siglos más, que en algún momento se debe hacer caso a las voces del desierto, -cual almas paganas anuncian con más ensordecedor el fin del mundo-, que no solo se puede esperar el día de elecciones para arreglar el país y el universo, sino que debe tomar acciones concretas y reales para que nuestra nave sideral no se asfixie con su propia humareda putrefacta, producto de la loca carrera industrial que acelera más los motores del desastre. La carrera industrial al igual que la carrera armamentista es el armagedón anunciado por todas las culturas, que es producto no sólo de los científicos e industriales, sino sobre todo de los que dan las herramientas legales y políticos, los que verdaderamente mandan en esos países.

Por lo tanto, no es un favor lo que hagan los políticos como Obama, Jintao, Melker y muchos otros, de lo que vayan a comprometerse en Copenhague, es una deuda pendiente con el resto de los mortales que habitamos ese planeta, a pesar de que muchos gobernantes de países no industrializados y “pobres” (producto de saqueos), vayan a extender sus brazos como mendigos profesionales y reciten más sus necesidades que acciones de cómo contribuir a la mitigación de los desastres que avecinan.

Lo aberrante de todo esto, es que ocurre en el momento que el valor de las divisas así como de acciones de grandes empresas petroleras, farmacéuticas, alimentos (transgénicos), están en alza y tiene viviendo al mundo capitalista (entiéndase bancos, gobiernos, etc.), por lo que exigir cuotas reales para detener la emisión del dióxido de carbono (CO2) va a doler muchísimo a los países “ricos”, lo que hace pensar que muchos de esos gobernantes por estar en la bella Copenhague van a evocar a Hans Christian Andersen (muchos sin haberlos leído), cuentos que en nada pueden igualar a ese genio danés.

Sin embargo, hay que ser positivos y por algo hay que empezar, todas las manos apuntando a Copenhague y las mentes fijas en el futuro de las próximas generaciones, nunca es tarde plantar un árbol, apagar una chimenea contaminante, al igual que meditar desde la jungla o junto al hielo perpetuo sobre la salud de nuestra Madre Tierra y pedir en silencio que adoptemos a ella todos en nuestro corazón como el Patito Feo de Andersen, porque el futuro es de niños y niñas que tal vez ya muchos no lo llevan.

P.D. Saludos a mis hermanas y hermanos indígenas en Copenhague, la voz de ustedes es la nueva dirección que se debe tomar en cuenta, sino, mañana el sol ya no tendrá el mismo rostro, ni pasado ni futuro.

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