jueves, 13 de agosto de 2009

Solidaridad con Acteal, Chiapas

Con estupor,indignación y tristeza como hace doce años atrás (diciembre 1997), hoy, somos testigos de que la justicia sigue desconociendo la lucha y dolor de los indígenas. Pareciera que no significara nada la muerte 45 tzotziles en Chenalhó, Chiapas. Para la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México, los aún 26 detenidos como autores de la masacre, simplemente son inocentes, porque supuestamente se le violaron las garantías procesales.

Palabras más, palabras menos, como en su momento escondieron a quienes dieron la orden desde D.F. o Tuxtla Gutierrez. Políticos del PRI y militares, tratan de enterrar para siempre un capítulo de heroismo indígena, donde fueron masacrados niños y niñas indígenas al lados de sus madres, padres y abuelos.

En su memoria, traigo un artículo que escribí con dolor y rabia.

EN MEMORIA DE LOS HEROES DE ACTEAL, CHIAPAS.
(Escrito en diciembre de 1997)


Cuando la mayor parte del mundo se aprestaba a celebrar las Navidades, por más pobres que fueran, niños tzotziles esperaban a que les llegara un juguete a sus manos; algunos miraban de reojo al Niño Dios para que una vez más no se olvidara de ellos. Esta vez los niños indígenas de Chiapas vieron llegar a Santa Claus vestido de militar repartiendo balas que acabaron con sus inocentes vidas.

Nadie creyó que el Gobierno mexicano no sabía de la existencia de grupos paramilitares adeptos al partido en el poder y que estaban a punto de cometer el genocidio. La masacre del 23 de diciembre hará cambiar muchas cosas en México y para el movimiento internacional indígena. Zedillo tendrá que enseñar al mundo sus manos ensangrentadas, no será capaz de desenmascarar a los militares y políticos corruptos, los verdaderos amos y dueños de la política mexicana, que además tienen empantanadas las negociaciones con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Tiene que decir porque no se ha cumplido con los Acuerdos de San Andrés del 16 de febrero de 1996.

Hoy más que nunca el mundo está atento a lo que ocurra al Sur de ese inmenso país. Es seguro que las represalias organizadas por los enemigos de los indígenas y del EZLN sigan ocurriendo hasta convertirse en algo común y que quite la sensibilidad de mucha gente en México.

El mundo indígena no está de luto, sino en pie de guerra. Una nueva bandera, un nuevo arco y flecha nos acaban de dejar los niños muertos, algunos aún en vientres de sus madres; las lágrimas caen encendidas y piden permiso a la madre tierra para que esas semillas germinen por todo el planeta manteniendo como legado de esos ancianos, mujeres y niños, la conquista de nuestras tierras y las autodeterminación como naciones indígenas.

En el peregrinar de la lucha indígena, ya no hay marcha atrás,... “caminamos en dirección al futuro sobre las huellas de nuestros antepasados”. (Declaración Kari-Oca, 1992), nuestras acciones y reivindicaciones hacen estremecer la mitad de la tierra.

Estamos seguros de que dejaremos muchos muertos todavía, héroes anónimos, porque los gobernantes de las naciones de este continente se han unido o matrimoniado con las empresas transnacionales para quitarnos lo poco que tenemos en esta vida, la tierra. Ahora los métodos de opresión, además de las matanzas como la de Chenalhó vienen de otra manera. Se está comercializando con nuestras vidas como en el caso del Proyecto de Diversidad del Genoma Humano. Se está acabando con toda la biodiversidad que hemos conservado por siglos, incluyendo la concesión de nuestros territorios con poblaciones indígenas adentro, como si fueran animales de granjas.

Algunos Estados han adoptado leyes a favor de nosotros, no porque quieren hacer justicia, sino porque la lucha de los pueblos indígenas a finales del presente siglo es toda una bomba de tiempo, que tarde o temprano puede explotar y malograr las supuestas democracias.

En algunos países de América, los movimientos indígenas están a un paso de tomar la dirección del Estado y está pronosticado que los partidos políticos tradicionales donde hay mayoría indígena, tendrá que dar espacios en sus dirigencias a políticos indígenas, porque sus días de fiestas electoreras sin la presencia nuestra están contadas.

Un fantasma recorre América Latina; esta vez no es el comunismo, sino el despertar indígena que tiene en vilo a un montón de políticos y gobernantes.

Por eso, en memoria de los héroes de Acteal, dedicamos unos minutos de reflexión para decirle al mundo, que los indígenas no estamos dispuestos a seguir soportando que sobre nuestras espaldas estén lucrando unas cuantas empresas y personas mientras seguimos sumidos en la pobreza. Sin embargo, estamos dispuestos a compartir nuestros conocimientos para salvar ese barco común llamada Tierra de una posible catástrofe. De otra manera no habrá paz para nadie.

Mientras tanto, por ahora, descansen en paz queridos niños de Acteal y lleven nuestras oraciones a los abuelos y abuelas que los esperan con brazos abiertos en el más allá.

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