El 4 de mayo de 2014 se realizará en Panamá las
elecciones generales, se escogerán por el voto popular la presidencia, los
diputados de la Asamblea Nacional y demás cargos públicos que requieren del escrutinio
popular. Siendo un país pequeño, apenas cerca de 4 millones de habitantes,
rompe los esquemas de países más grandes de la región al invertirse cientos de
millones de dólares en las elecciones que en campañas dura los cinco años
enteros de un periodo presidencial.
Este año es diferente a los demás, por primera vez
en casi cien años de elecciones, tomando en cuenta que Panamá se independizó de
Colombia en 1903, el actual gobierno habla que el país está a un paso de entrar
al “primer mundo”, no sabemos en detalle que significa eso, nos imaginamos que
son por los mega proyectos en ejecución en la ciudad capital, para muchos el
endeudamiento jamás visto que lo van a cargar y pagar las inmediatas futuras
generaciones, mientras la mayor parte de las inversiones, entiéndase dinero, se
han ido a manos y bancos extranjeros. En unas palabras, elecciones en época de
abundancia.
En contraste a la bella y pujante ciudad de Panamá,
existe otra realidad nacional, una realidad que comienza a notar a pocos kilómetros
apenas uno sale en auto o barco fuera de la metrópoli, donde hombres y mujeres
agachan sus espaldas para trabajar duras faenas y donde los discursos políticos
van perdiendo eco y veracidad, donde los domingos son miércoles por igual,
donde la esperanza es el sol de cada mañana, donde esperan que en verdad venga
un gobierno que pueda mirar hacía sus humildes casas y dé oportunidades a sus
hijos, que vayan a aspirar también a esos puestos políticos y pueda cambiar sus
realidades de pobreza extrema.
Es cierto que vivimos en un país lleno de
oportunidades, oportunidades que existen gracias a los panameños que han salvaguardado
los recursos naturales renovables y no renovables hace más de 500 años,
oportunidades que nos han legado hombres
y mujeres que han forjado la nacionalidad, héroes que han defendido la patria
de todos para que hoy el Canal de Panamá sea nuestro, es a ellos a quienes le
debemos toda la abundancia que algunos políticos quieren aprovechar para sus carreras
políticas o enriquecimientos espurios.
A pocos meses de ir a las urnas, ondean sobre
nuestras cabezas las banderas de los partidos políticos invitando a enrolar sus
filas, los independientes que aún estudiamos los distintos programas, estamos
llamados a ser la otra fuerza que puede cambiar el orden establecido, y como
parte de los pueblos indígenas estaremos anuentes que no sólo seamos cifras
rojas de la pobreza o simples cuadros estadísticos para la venta de “productos”
electoreros, el orgullo nacional no existiera si nuestros ancestros no hubieran
hecho frente a todo tipo de colonialismos que han tratado de someter a esa
parte del mundo llamado Abyayala y en especial Panamá.
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